“El superpoder de esta época es la capacidad de hacer foco, nadie aprende si no se concentra”

Esta docente y formadora señala que el desmedido uso de la tecnología y la falta de hábitos básicos como la lectura en papel agravan el déficit en la lectoescritura. La necesidad de involucrar a las familias en el aprendizaje.

(Por María Elena Hipólito*) – Los datos son contundentes: uno de cada dos chicos de tercer grado no entiende lo que lee. Asimismo, sólo 45 de cada 100 estudiantes argentinos llegan a sexto grado de primaria en tiempo y forma y con los aprendizajes esperados en lengua y matemática.

Este último informe “Índice de Resultados Escolares Evolución y análisis por departamento” difundido por Argentinos Por La Educación da cuenta de una caída en los niveles de aprendizaje y señala la importancia de fortalecer la alfabetización a edades tempranas para evitar que los bajos desempeños se trasladen a la secundaria, luego al nivel superior y al mundo laboral.

En ese marco, el año pasado se lanzó la Campaña Nacional de Alfabetización #QueEntiendanLoQueLean, a la que se sumaron 24 provincias del país incluida Misiones. Ahora, Argentinos Por La Educación, junto con numerosas organizaciones y el Consejo Publicitario Argentino, convocaron a las familias a leer con sus hijos.

“Sabemos que lo que sucede en el hogar es central para lo que llamamos construcción de escenarios alfabetizadores”, aseguró Viviana Postay, docente de secundaria, formadora de docentes y directores, miembro de la entidad.

-¿Cómo viene la Argentina en el escenario educacional?

-Venimos de poner a disposición un informe que nos cuenta que el 45% de los chicos argentinos llega a sexto grado en tiempo y forma. En eso venimos siendo muy exitosos los argentinos, en lograr que cada vez más cantidad de chicos estén escolarizados, lleguen y terminen en el tiempo teórico que corresponde; en lo que venimos teniendo problemas refiere a que estén adentro pero aprendiendo, porque ese número viene decreciendo, viene bajando.

En ese marco, hay una enorme diferencia por provincias, esa diferencia generalmente se vincula con el nivel socioeconómico de la provincia. En el caso de Misiones estamos con 36 de cada 100 chicos de llegan en tiempo y forma a ese sexto grado. También teniendo en cuenta que hay una diferencia grande en lo que refiere a los departamentos en el caso de Misiones para Concepción que es de 49 de cada 100 es bastante más alto que la media nacional y después tenés en el otro extremo un departamento como Iguazú que tiene el 27%. En el medio están 25 de Mayo con 44%, Libertador General San Martín 42%, Apóstoles 36%, San Ignacio 34%, Eldorado 33%.

-¿Qué cosas pueden estar pasando en la raíz del problema para llegar a estos números?

-Seguimos insistiendo en la cuestión de alfabetización y en la necesidad de entender que la escuela argentina antes estaba asegurando cuestiones básicas, que es que los chicos aprendan a leer y escribir, en este momento tomamos un corte de tercer grado y está pasando que solamente en la mitad de los casos aprendieron.

En mi caso, desde mi experiencia de 30 años como educadora en distintos niveles educativos y en el sistema tanto privado como estatal, te puedo decir que hay un conjunto de hábitos y rutinas que se han ido desarmando en las escuelas y que ya se ha comprobado en otros países del mundo que son centrales, por ejemplo, la lectura en soporte papel. Nos hemos enamorado demasiado de las nuevas tecnologías pensando que las pantallas y los celulares nos iban a estar resolviendo el aprendizaje y en realidad parece que no nos han hecho el favor deseado y que incluso nos especulan un poquito en contra.

Sabemos que la lectura que se da en pantallas es lo que decimos una lectura de tipo “oblicua”, mientras que la lectura en papel es una que permite otros índices de comprensión lectora, otra profundidad a la hora de trabajar con las ideas.

Hay que mirar otras prácticas que también hemos considerado como obsoletas o anticuadas, como copiar del pizarrón o de que esté a la vista el alfabeto en cada aula. Resulta que ahora se sabe también que escribir de manera manuscrita contribuye a fijar más el conocimiento y si esa letra es cursiva habilita una continuidad en el pensamiento que después favorece que otros aprendizajes no sean de forma fragmentada, sino de forma continua.

-Los celulares están muy presentes ahora en las aulas hoy…

-Sin ganas de querer pensar en que tenemos que volvernos a los años `50, pero hay que entender que la tecnología tiene que tener un lugar bien enmarcado en las escuelas y que no puede tener una presencia permanente. En la pandemia nos salvó la vida el celular para estar conectados y después se volvió muy complicado el trabajo en las aulas y parecería como que el celular nos solucionó cosas, pero si yo le doy un PDF de literatura al chico para que lea en la escuela y para eso tiene que abrir el celular, que está construido con una lógica que no es pedagógica, sino que se parece a la del casino, que te va llevando a enganchar una cuestión con la otra y que va generando una situación de adicción donde mientras vos estás viendo el PDF te parece el aviso de la publicidad de zapatillas, la notificación de Instagram, de WhatsApp, genera un desenfoque.

Hay una especialista que a mí me gusta mucho, se llama Sofía Contreras, que dice que el superpoder de esta época es la capacidad de hacer foco, la capacidad de concentrarse. Nadie aprende si no se concentra. La escuela tiene otros objetivos, no es cortoplacista, es de mediano y de largo plazo, y es algo que tenemos que poderles transmitir a las jóvenes generaciones: que aprendan que tienen que suspender el placer inmediato en pos de aprendizajes valiosos, complejos, que requieren otro tipo de enfoque y otra manera de trabajo.

-En una escuela de nuestra ciudad no dejan ahora a los chicos usar el celular…

-En las pruebas Pisa, la Argentina lidera -los mismos chicos dicen- un ranking muy feo: el de la cantidad de los que cuentan que se distraen con el celular en clase de matemática. Es imposible sumar dos más dos y que no te dé cuatro.

Los niños pequeños están sufriendo un tipo de abandono que es simbólico, que tiene que ver con la mirada, con ese papá y mamá están con el teléfono, no los miran. Por eso esta campaña es la posibilidad de que esa familia se siente con los chicos a leerles: hay que leer con ellos, y eso implica una construcción familiar que está más allá de la cuestión hiperindividualista de época.

-¿Tuvo algo que ver la virtualidad por la pandemia del Covid en estos datos?

-Son números ya no totalmente nuevos, es algo que viene de hace rato, incluso no hay una diferencia tremenda entre los números de pandemia y los anteriores. Venimos con una caída sistemática, gradual, lenta pero segura, lamentablemente. No es que le echamos la culpa a un año, que si bien fue terrible y tenemos que poder hablar de lo que pasó, no tenemos que dejar de mirar que en la educación argentina estamos desarmando un conjunto de cosas hace rato. Cuando ves los números prepandemia ya venían cayendo las cuestiones de los índices de los resultados escolares, lo que pasa que durante un tiempo largo no tuvimos pruebas estandarizadas.

-Y en todo ese escenario hay docentes cansados, con aulas repletas, ¿verdad?

-En el nivel primario tenés el 98% de las maestras son mujeres. Sabemos que de cada tres maestras, una de ellas tiene que tener más de un cargo para llegar a fin de mes y que también lideramos otro ranking desagradable en la región, que es la mayor cantidad de maestras que tiene que tener otro trabajo remunerado por fuera de la docencia en las economías informales.

Si tenemos un recurso humano con sobrecarga laboral, mal pago, difícilmente vamos a poder llevar adelante políticas públicas que mejoren la escuela argentina. Tenemos en la escuela secundaria profundamente perverso el sistema por hora cátedra. Las aulas están superpobladas o tienen problemas con la convivencia, que es otra cosa que hay que atender, la situación de las políticas de inclusión que no suelen estar acompañadas por el apoyo de recursos que corresponden.

Entonces tenés una maestra de primaria que a lo mejor tiene ocho chicos integrados en su grado con diagnósticos severos y que requieren una atención específica, y una persona sola tiene que estar enseñando a leer y escribir, que es un trabajo súper personalizado, y a la tarde tiene otro grado y a veces tiene otro trabajo más para llegar a fin de mes. Con un recurso humano explotado se complica.

-¿Cómo podemos acompañar y contribuir desde la casa?

-Siempre recomiendo a las familias que por favor miren la mochila de los chicos, que saquen la carpeta, que ayuden a repasar, que pregunten cómo les fue en la escuela. Eso permite que uno esté pendiente, lo que pasa es que también los papás y las mamás tienen circunstancias complicadas en su vida, entonces cuando pedimos estos acompañamientos no es que no somos conscientes de que también en este contexto de país son sujetos que están atravesados por un montón de complicaciones laborales, familiares, pero no sabés la diferencia que hace preguntar cómo les fue.

Tenemos que estar acompañando aun a los adolescentes, mostrarles la importancia del orden, de la limpieza de la mochila. Solemos tener la ilusión de que los chicos de hoy son mucho más autónomos que los de antes, y no: son más dependientes en realidad, y su crecer se produce a edades más lejanas que la que se producía hace un siglo.

-¿Hay un interés del gobierno actual por tratar de trabajar sobre estos índices para revertirlos un poco?

Tenemos informes que muestran incumplimientos históricos del presupuesto asignado a educación, estaría muy lindo poder adjudicar esta situación a un único gobierno, el tema es que viene a atravesando partidos políticos y gobiernos desde la década del `60 con procesos, que nosotros llamamos la privatización de la educación, donde al Estado pasó a convenirle más subsidiar la oferta privada que mantener la escuela pública. Son situaciones que exceden a los distintos gobiernos de distintos signos, es una cuestión transversal donde a veces parece que están todos de acuerdo en esto de achicar los presupuestos para educación.

De todas formas, tenemos que destacar, como te decía al principio, que en este momento 24 provincias argentinas y el gobierno nacional llevan adelante políticas de alfabetización, se está invirtiendo en esto. Si se está invirtiendo lo suficiente, esta es otra discusión. ¿Se está yendo por el camino que se tiene que ir? Se verá cuando estemos monitoreando todos como sociedad civil si se obtienen o no se obtienen resultados.

*Publicado en El Territorio

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